Al abordar el tema de cómo traducir a los clásicos, debemos recordar que no sólo estamos discutiendo posiciones teóricas, sino también estrategias pragmáticas que dan forma a la experiencia de individuos concretos. (J. M. Coetzee)

Habeas Corpus

Palabras Liminares
Cuestión de rumbo y paladar


la jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
Alejandra Pizarnik


El habeas corpus, como institución jurídica, garantiza el derecho de todo ciudadano arrestado a comparecer en forma pública e inmediata ante un juez, para que éste resuelva si su detención fue legal y si debe ser puesto en libertad o no. La expresión completa, en latín, es habeas corpus ad subiiciendum, es decir, “que dispongas de tu cuerpo para poder mostrarlo”. Hablamos, entonces, del derecho a que un cuerpo cautivo pueda ser expuesto a la vista de todos, para determinar, en el marco de una decisión justa, si debe permanecer privado de su libertad, o si merece volver a circular libremente.
Publicar este libro supone plantear la recuperación de un corpus, de un cuerpo de textos, de un corpus que habla mucho de cuerpos y que, precisamente por eso, no forma parte del conjunto de obras más conocidas de la literatura latina. Durante muchos siglos, la relación de estos textos –originalmente escritos en latín– y sus potenciales lectores estuvo supervisada por traductores que se arrogaron la facultad de hacer desaparecer, mediante omisiones, tergiversaciones y eufemismos, su contenido sexual.
Hasta no hace mucho tiempo, los poemas incómodos se expurgaban, padecían la supresión de ciertos términos, o bien eran publicados sin traducción. Parece que el conocimiento de la lengua latina confiere la dignidad necesaria para leer ciertas cosas sin que uno vea mancillada su honorabilidad. El resto de los mortales, bajo la pudorosa tutela de traductores expertos en esquivar el bulto –con perdón del término–, debía resignarse a obtener, de cuando en vez, alguna que otra críptica aclaración sobre la naturaleza del bulto, en las diminutas notas al pie.
Este habeas corpus nace de una profunda convicción personal: era necesario traducir de nuevo esos poemas, acercarlos, llevarlos (ducěre) desde aquel no-lugar hasta este (trans), desde el latín hacia nuestras propias palabras. No se trataba de acompañar a los textos en un camino elegido por ellos, sino de orientarlos hacia un trayecto que me interesaba a mí, pero consideré que podría resultarle atractivo a alguien más. Tomé, entonces, la decisión de ir a buscar los textos para invitarlos a casa, a nuestra lengua, a ese lugar compartido con potenciales lectores, que pueden haber pisado –o no– alguna vez el andén donde encontré los textos, pero, sin duda, son baqueanos de la lengua que caminan día a día.
Como todos sabemos, trasladar algo de un lugar a otro es bastante sencillo, la dificultad radica en llegar a dónde queríamos ir. Muchas veces, en el afán de tocar demasiados puertos a la vez, fondeamos en antiquísimas costas peninsulares, o encallamos en aguas neutrales, llenas de entelequias y endriagos. En toda traducción, como en la vida, el secreto es saber siempre adónde vamos. Yo no quería prometerle a los textos un asadito en el patio, para terminar ofreciéndoles sobras recalentadas de cocido madrileño y guacamole. Por eso me gusta pensar este libro como un habeas corpus, como un ejercicio de memoria colectiva, de justicia poética, de apropiación simbólica y de lealtad lingüística: remojémonos las patas en la fuente, que el latín también refresca.
Acá están los textos.
Acá están los textos en tu lengua.
Acá están los textos en tu lengua y con el bulto.
Mirálos, tocálos, leélos, manoseálos.
Esta vez, decidís vos.


Prólogo de Habeas corpus. Latín, sexo y traducción
Bahía Blanca, Vox Senda, 2012.
ISBN 978-987-1073-61-0